FIESTAS GAY’S: SÓLO PARA MENORES



Siempre existieron las fiestas gay’s. Pero hoy, la discoteque Blondie creó un espacio para los más chicos, en el Galpón Víctor Jara, en donde van lesbianas, bisexuales, gay’s, marimachas, hombres con maquillaje, etcétera. Pero todos son menores de edad.

Hace 4 años, que los organizadores de fiestas de la Blondie, decidieron crear un nuevo espacio: fiestas para los más chicos. La idea es juntarse en el galpón para bailar y conocer a más gente de la misma onda.

Javiera Polvorín, de 16 años, desde que supo que se hacían este tipo de fiestas comenzó a ir, a la edad de 13 años, “sabía que había más gente de mi edad como yo, sólo que no sabía dónde, hasta que supe de las fiestas y conocí otro mundo”.

No son sólo menores de edad los que asisten, también hay mayores de 18 que van a bailar en la tarde, para pasar el rato y también conocer a más gente.

Son alrededor de 500 personas que caben dentro del galpón, y cada fiesta que se hace de la Blondie: se llena. “Gay’s y lesbianas menores de edad hay millones, sólo que la gente no está acostumbrada a verlo, somos demasiados, pero la mayoría anda a escondidas, no le dicen a sus papas a dónde van en la tarde”, cuenta Javiera.

CAMINO A LA FIESTA

Javiera se levanta temprano para almorzar, porque el galpón tiene sus puertas abiertas desde las 14:00 PM. Le dice a su mamá que va a salir a bailar – sin decirle de qué se trata – y parte a juntarse con un grupo de amigas.

Al llegar a la plaza – la que está llena de gente esperando que abra el galpón – Javiera ya conoce a hartas: una de ellas es su polola.

Apenas abren las puertas, sale una señora a cobrar las entradas que tienen un costo entre 1.000 y 2.000 pesos.

Al entrar, la música ochentera, el New Wave, Brit Pop y la electrónica, comienzan a sonar y todos se acercan a la pista o al escenario para bailar.

Luego de bailar un rato esperando que llegue el resto de amigas, salen a la plaza – lo cual está permitido teniendo la mitad de la entrada para poder salir y volver – y van a una botillería a comprar cerveza o pisco. Después de tomarse todo, vuelven a entrar. Todos saltan y corean las canciones de Madonna, Depeche Mode, Morrisey, y un millón de grupos de los ochentas, pero hombres con hombres, mujeres con mujeres o grupos de amigos.

Después de haber bailado, de conocer a muchas “Fletas” (lesbianas) y haber intercambiado e-mails, la fiesta toca la última canción que es de Morrisey, la cual titula el nombre del evento: Every Day Is Like Sunday. Todos la cantan y bailan y comienzan a despedirse.

Esperando con ganas la próxima fiesta, se retiran del lugar para volver a sus casas y seguir viviendo en la rutina.

“SEGUIMOS AMANDO”

Siempre escuchan de parte de toda la gente, que tienen que esperar a ser grandes para saber lo que en verdad les gusta, y como vemos en todas partes, hay gente que lo hace por probar como otros que lo hacen de verdad, y sólo con la aprobación de sus amigos, siguen tratando de ser felices mientras las críticas les llueven. Javiera dice: “la gente - incluyendo sicólogos - repite que hay que esperar porque no sabemos lo que queremos, y aunque sea así, estamos justo en la adolescencia cuando los problemas amorosos nos llega a cualquiera, siendo homosexual o no, el tema es amar, nadie elije a quien, algunos tienen suerte y otros no, pero aún así, no le llamamos mala suerte, porque seguimos siendo igual que el resto: seguimos amando”.

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